viernes, 12 de mayo de 2017

Susan Sontag y las metáforas.



                                                    Annie Leibovitz: Susan Sontag con disfraz de oso


 
"Mozart, Pascal, Boolean algebra, Shakespeare, parliamentary goovernment, baroque churches, Newton, the emancipation of women, Kant, Balanchine ballets, et al. don't  redeem what this particular civilization has wrought upon the world. The white race is the cancer of human history”.

 ("Mozart, Pascal, álgebra booleana, Shakespeare, gobierno parlamentario, iglesias barrocas, Newton, la emancipación de la mujer, Kant, ballets de Balanchine, et alii. no redimen lo que esta civilización ha causado al mundo. LA RAZA BLANCA ES EL CÁNCER DE LA HISTORIA HUMANA".
[macarrónica traducción y mayúsculas son mias])
Una de las cogitaciones de Susan Sontag. En el Partisan Review del invierno de 1967.

 
Es decir, para aclarar aunque ya lo deja más que claro Susan Sontag, cuanto mejor, cuanto más feliz, hubiese sido la humanidad sin esa lacra que fue, que es, la raza blanca, donde cada logro que consigue tiene su reverso tenebroso: el método científico, la bomba atómica; Mozart, los Sex Pistols o mucho peor, Julio Iglesias; las iglesias barrocas, la concepción de una sexualidad limitada a la reproducción; el aumento de la producción de alimentos, los procesos industriales con su contaminación y su alienación laboral; Shakespeare, las novelas de Corín Tellado y más allá de lo infame, las novelas de Lobsang Rampa; la razón occidental, colonias, esclavos y apropiación de las riquezas de otros pueblos. Y así podríamos continuar indefinidamente.
Sontag estaba en lo mismo que Sastre cuando escribió el prefacio a Los condenados de la tierra de Frantz Fanon: matar a un europeo es matar dos pájaros de un tiro, suprimir a la vez a un opresor y a un oprimido: quedan un hombre muerto y un hombre libre.


Que distinta de la occidental, la vida en armonía con la naturaleza del resto de humanos, tártaros, jemeres rojos, aztecas y tantos otros.


Diez años más tarde, Sontag publicaba La enfermedad y sus metáforas sobre el papel de las metáforas en el cáncer: metáforas para designar la enfermedad y su modo de afectar al organismo,  y también el cáncer como metáfora de fenómenos incontrolados y negativos que se dan en el mundo actual. Se olvidó de incluir en el libro la metáfora de la raza blanca como cáncer de la humanidad.
 
 
Habían pasado unos años y los picores de los años sesenta habían revelado sus limites: terrorismo en occidente con el único efecto de apuntalar el sistema que pretendía combatir, los comunismos asiáticos con el genocidio camboyano de los jeremes rojos y los boat people vietnamitas, los africanos con una Etiopia que provocaba la hambruna de Eritrea y llenaba las televisiones de imágenes de niños panzudos y con unas piernas delgadas hasta el punto que apenas les permitían sostenerse en pie.
O a lo mejor era porque en el intervalo entre el comentario en el Partisan Review y su libro se le había diagnosticado un cáncer de máma y gracias a esa medicina que es uno de los resultados del marco mental y social de Occidente, lo había superado. Como superó un segundo cáncer, un sarcoma de útero, y terminó falleciendo por una leucemia. Ya eran muchos tumores.


Años más tarde de la publicación del libro de Sontag, me encontraba matriculado en un curso organizado por el Colegio de Médicos de Barcelona sobre sociología de la enfermedad y uno de los ponentes era Jesús de Miguel, un hermano petulante de Amando de Miguel. En un momento de su disertación, preguntó cuantos de los asistentes habíamos leído La enfermedad y sus metáforas. Nosotros ya no estabamos en la fase de levantar la mano en clase y además somos de poco aspaviento, así que nadie en la sala respondió en el entendimiento de que se daría cuenta de que se encontraba delante de profesionales que habían invertido un tiempo y un dinero para que les aclararan ciertos aspectos sociales de su campo de trabajo y no para pasar por un examen de conocimientos.


Jesús de Miguel aprovechó nuestra mudez para interpretar que la misma era el resultado del desconocimiento y desviar su exposición hacia la falta de interés de la clase médica por la literatura que aborda la relación entre médico y paciente. Claro que era difícil, continuaba de Miguel, hacerse una idea de lo publicado en ese terreno cuando apenas leemos nada más que prensa deportiva. Creo que en aquellos años, Jesús de Miguel tenía una sinecura en forma de asesor del ministro de sanidad de uno de los gobiernos socialistas. Uno de esos cargos cuya función se limitaba a convencer al ministro de la necesidad de reducir el porcentaje de sanitarios que fuman, que hay que ver el mal ejemplo que dan a los enfermos. Al terminar la clase, y sin que de nuestras bocas saliera la menor pregunta, nos despedimos afablemente de esa persona y salimos al aire fresco de la calle.


Coincido con Susan Sontag en algo. Hay un producto de Occidente, de la “raza blanca” que ha causado mucho dolor y es el invento del intelectual.  El intelectual: aquella persona que sin tener la menor idea de nada, salvo la que se pueda conseguir frecuentando a otros de su mismo gremio, se siente investido de la misión de decirle a la humanidad como tiene que orientar su querer y como ha de organizarse en sociedad. En el mejor de los casos, evacuadores de textos que se pierden en los rincones de la biblioteca, en el peor, incitadores para que alguien decida pasar de la teoría al acto y empuñe un arma.

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