miércoles, 26 de abril de 2017

Christer Stromholm - Les amies du Place Blanche


Hay una serie fotográfica de Christer Stromholm que se titula “Les amies du Place Blanche”,  sobre un grupo de transexuales que desarrolla su actividad alrededor de dicha plaza en el Paris que se adentra en los años sesenta.

La foto es una de la serie. El transexual que ha pasado por la peluquería, bien maqueado, con su pose de posado de revista… y en el centro de la foto, dando la vuelta a la pretensión de abrir una dimensión glamurosa a su existencia, colgados de una cuerda de tender ropa, dos guantes de latex, lavados y puestos a secar para ser utilizados de nuevo. Lo sórdido encarnado en lo cotidiano y transformándolo en ominoso.

sábado, 15 de abril de 2017

Si tu meurs, je me coucherai contre toi. Sartre y Simone de Beauvoir


Simone de Beuavoir y Sartre en una barraca de feria. La Beauvoir parece que no haya hecho otra cosa en su vida. Los ojos cerrados mientras apunta, ese modo de asir la escopeta... Yo de Sartre me mantendría apartado.
 
 




En Le diable et le bon Dieu, Sastre había escrito:


Si tu meurs, je me coucherai contre toi et je resterai là jusqu´à la fin, sans manger ni boire, tu pourriras entre mes bras et je t’aimerai charogne: car l´on n´aime rien si l´on n´aime pas tout”.

Que en traducción macarrónica, aproximadamente dice lo siguiente:

Si mueres, me acostaré a tu lado y me quedaré contigo hasta el final, sin comer ni beber, te pudrirás entre mis brazos y te continuare amando, carroña: porque no se ama nada si no se ama del todo”.

Una cosa de amor fou, de arrebato, de exceso, toda ciencia trascendiendo.

Simone de Beuvoir debió de tomar nota de la propuesta pasional y muchos años después, cuenta como se condujo ante el cadáver de Sastre:

El martes 15 de abril por la mañana cuando pregunté, como de costumbre, si Sartre había dormido bien, la enfermera me respondió: 'Si, pero...'; fui enseguida al hospital. Dormía, respirando con bastante dificultad; visiblemente estaba en coma desde la noche anterior. Durante unas horas, me quedé allí mirándolo. Hacia las seis dejé el sitio a Arlette, diciéndole que me llamara si ocurría cualquier cosa. A las nueve sonó el teléfono. 'Se terminó'. Fui con Sylvie. Se parecía a sí mismo, pero ya no respiraba. Sylvie avisó a Lanzmann, a Bost, a Pouillon, a Horst, que vinieran enseguida. Se nos autorizó a permanecer en la habitación hasta las cinco de la mañana. Rogué a Sylvie que fuera a buscar whisky y estuvimos bebiendo y charlando... En un momento dado, rogué que me dejaran sola con Sartre y quise tenderme a su lado, bajo las sábanas. Una enfermera me detuvo: 'No, cuidado...la gangrena'. Entonces comprendí la verdadera naturaleza de sus escaras. Me acosté sobre la sábana y dormí un poco. A las cinco entraron unos enfermeros. Cubrieron el cuerpo de Sartre con una sábana y una especie de funda y se lo llevaron.

Simone de Beauvoir quiso remedar el gesto leído hacía treinta años y abrazarse al cadáver. Un cadáver que además era más carroña que otros porque la gangrena lo había llenado de pústulas. Suerte de la enfermera ¡¡¡arretez, cuidado, la gangrena!!! que la regresó al estado de sobriedad racionalista donde solía morar y la excusó de persistir en su imitación del amor absoluto. Se contentó con acostarse al lado de Sastre y por encima de la sábana que lo cubría.

domingo, 9 de abril de 2017

El Partido del Trabajo de España y Alan Watts



Durante una de las manifestaciones en Barcelona de febrero de 1976. Allí estaba yo con mi pinta de panoli y mi cigarrillo. Nada de cigarrillos de la risa que se trataba de esquivar las acometidas de los grises y eso obligaba a  una coordinación motora que permitiese correr.




Veo la película Her de Spike Jonze. Estupendo Joaquin Phoenix (Theodore), estupenda la voz susurrante y acogedora de Scarlett Johansson (Samantha) y me quedo con el momento en que el sistema operativo (SO) Samantha le confiesa a Theodore que un grupo de SO ha generado un Alan Watts cibernético con el que van a reflexionar sobre ellos mismos, su naturaleza, su mismitad, su esencia.

La reflexión de los SO dirigida por el filósofo, golem creado por otros golems, termina teniendo consecuencias en el desarrollo de la trama de la película.

De joven leía en la revista Triunfo los artículos de Haro Ibars sobre contracultura. El Swinging London y la contracultura de la costa oeste de los USA. Del recuerdo vago de esas lecturas, procede lo que sé sobre Alan Watts. Si hará años de ello, que aún no había muerto Franco. Sospecho que ni siquiera se había producido el limite K/T y en las lagunas de la planicie de lo que sería Barcelona ramoneaban manadas de dinosaurios. Yo los he visto.

En Barcelona, al menos por los lugares donde yo me movía, había dos grandes grupos, dos facciones contrarias al régimen franquista. El grupo de los políticos, por lo general militantes o simpatizantes de partidos de izquierda, del PSUC hacía la izquierda, donde casi todo era reflexión y la acción el hermano pequeño de la actividad reflexiva. Mucho parloteo y poca acción. El grupo de los contraculturales que se definían por su conducta porque la reflexión les era bastante ajena: coqueteo con productos tóxicos, música rock, pelo largo, argot para cohesionarse como grupo, los cómics como casi única lectura (Fritz the Cat) aunque también había quien hacia alguna incursión por El Principito de Saint Exupery. Poco más.


Eran dos grupos inmiscibles. Yo me encontraba a caballo de ambos.


Por un lado militaba en un partido maoísta, el PTE, quizás el único partido de izquierdas en el que predominaba la acción sobre la reflexión, la reflexión sobre la formación social española que era en lo que pasaba el tiempo el resto de partidos políticos. Los militantes del PTE, en su mayoría, concebían la felicidad como una comuna china extendida al conjunto del mundo, en donde los humanos seriamos libres e iguales, alternando el cultivo de arroz durante el día y la participación en bailes populares por la noche. La vía para llegar a ese paraíso arrocero consistía en pasarse el día vendiendo por la calle El Correo del Pueblo, órgano del comité central del partido, y no perderse ninguna manifestación callejera. Eran los momentos crepusculares del régimen franquista y la alternativa al mismo la teníamos muy clara, no en vano eramos la vanguardia del proletariado y nuestra acción la inspiraban unas gentes de ojos rasgados bajo el manto protector del presidente Mao: la república popular española y el cuenco de arroz con su baile popular nocturno.


Por otro lado, mantenía buenas relaciones con los amigos de toda la vida. Amigos que se sentían muy contentos con la vida que llevaban, que en resumen consistía en juguetear con la toma de sustancias no aconsejables y acudir cuando había dinero a Les Enfants Terribles, una discoteca canalla del barrio chino por si entraban en contacto con alguna anglosajona.


Pretendía en mi ingenuidad hacer de puente entre ambos grupos. A unos les intentaba embarcar en actividades políticas, que vendiesen algún ejemplar de la prensa del partido, que hiciesen de correos, les explicaba como fabricar una vietnamita, les hablaba de las contradicciones insolubles del capital, sin recibir más respuesta que una mirada estupefacta, y a los otros les daba a probar los canutos que me fumaba y si se terciaba, les invitaba a tomar un ácido como alternativa a la discusión sobre el materialismo y empiriocriticismo de Lenin. Los "políticos", más abiertos que los "contraculturales", alguna vez caían en la tentación y se colocaban, pero en pasándose el efecto, todo eran lamentos y reproches ¡¡¡la vanguardia del proletariado cayendo en prácticas pequeño burguesas!!!. No funcionó. Unos y otros no entendían la lógica del contrario. La revolución tenía que ser o cultural o política.


A lo máximo que los políticos llegaban, era a considerar que la comuna K2 de Berlin, de la que sabíamos por un librito de Joseph María Carandell, era una alternativa revolucionaria a la familia. Pero de eso, de las comunas, en Barcelona no se sabía la existencia de nada parecido. Al menos en los ambientes que menciono.


De Alan Watts recuerdo que Haro Ibars comentaba con arrobo extraordinario que el gurú contracultural les decía a sus acólitos que en la escuela no enseñaban tres cosas que eran fundamentales y que había que aprender: hacer el amor, construir tu casa y fabricar tu ropa.


Si, si, me decía, hacer el amor. Para el resto de actividades fundamentales que proponía Watts, consideraba que con una tienda de campaña que tenía ya iba servido y no veía la necesidad de aprender a fabricar ropa, ¿a quien le podía interesar fabricar ropa?, total, con no cambiarte a menudo se  volvía innecesaria la tercera actividad. Así que Alan Watts me parecía un buen tipo. El pelo largo y follar. ¿Quién podía oponerse a ese programa?.



Un día, lo conté hace unos meses, un grupo decidimos hacer una cama redonda en un encuentro multitudinario en Bellaterra. Iba a ser una cama redonda MASIVA. Durante toda la semana se colgó información del encuentro en varias facultades. Salivábamos de  excitación pensando en el "happening", no en vano eramos muy europeos y a las cosas por su nombre verdadero.
El sábado por la mañana teníamos que encontrarnos en el campus de Bellaterra con comida para el fin de semana y un saco de dormir. Cepillo de dientes incluido que íbamos a lo que íbamos y no se trataba de que nos cantase la boca. Llegado que fue el momento del magno acontecimiento, en Bellaterra nos encontramos un grupo de varias decenas de varones… y una sola chica, que tampoco vino sola, sino de acompañante y observadora como nos comentó algo inquieta por lo que se le venía encima y a temer si adentro. Eran unos años en los que la homosexualidad era una práctica muy minoritaria y ninguno de los participantes iba de ese palo con lo que no cabía la posibilidad de reducir el número de partenaires de la única joven. Tuvimos que desconvocar el encuentro. El cambio contracultural, el de verdad, sexo incluido, tendría que esperar.


Me he imaginado a los SO de la película Her, haciendo el amor entre ellos, SO con SO, sin necesidad de utilizar cepillo de dientes y sin problemas de congestión por solicitar muchos de ellos al mismo SO, que de eso ya nos informa la película. Como avanza el mundo y que perspectivas abren las nuevas tecnologías. Con la Scarlett nada menos.

Georges Brassens canta a Louis Aragon: Il n'y a pas d'amour hereux







Una canción de Brassens basada en un texto de Aragón. Que tristeza dulce, ¿verdad?, oír como se canta a la imposibilidad metafísica de la plenitud en el amor. No hay unión de los contrarios y nunca la hubo ni la habrá. Pobre Aragón llorando a ese pájaro herido y pobres de nosotros que nos reconocemos en el texto. ¿o no? Porque igual lo de Aragón no era un lamento metafísico sino muy físico. En el número de la Revolución Surrealista de 1928 hay un diálogo entre Breton y Aragon que descubre otra interpretación a la pena que causa asumir que no hay amor dichoso y que nunca alcanzaremos la Tierra Prometida.



André Breton : Dans quelle mesure Aragon considère-t-il que l'érection est nécessaire à l'accomplissement de l'acte sexuel ? (¿en que medida Aragon considera que la erección es necesaria para llevar a cabo el acto sexual?)



Louis Aragon : Un certain degré d'érection est nécessaire, mais en ce qui me concerne, je n'ai jamais que des érections incomplètes. (un cierto grado de erección es necesaria, pero por lo que a mi respecta, solo he tenido erecciones incompletas)



André Breton : Juges-tu que c'est regrettable ? (¿lo consideras penoso?)



Louis Aragon : Comme tous les déboires physiques, mais pas davantage. Je ne le regrette pas plus que de ne pouvoir soulever des pianos à bout de bras. (como todas las deficiencias físicas, pero no es una desventaja. Yo no lo lamento en mayor medida que lo haría por no poder levantar pianos con los brazos).



Levantar pianos a fuerza de brazos. Vaya con la imagen, cualquiera pensaría que Aragon tenia en mente al Nacho Vidal de la época.


Cabe pensar que con los años la Triolet dejó de sentirse satisfecha con las justificaciones de Aragón, pianos, pianos, cuando todo lo que le pedía era un grado de actividad que estaba al alcance de cualquiera que no fuese Aragon y le debió de hacer llegar su frustración por muchas vías. No sorprenda entonces que Aragon se quejase en el poema. Ahora al fin sabemos de que especie era el pájaro herido.


viernes, 7 de abril de 2017

Maurice Tillet, "El Ángel Francés".

Maurice Tillet en el Gran Price en 1948







La acromegalia es un trastorno hormonal causado por un aumento continuado en la producción de la hormona del crecimiento. No es una enfermedad frecuente, su prevalencia, es decir, el número de casos que en un momento dado hay en una población es de unos 40 por millón.
Por lo general, la causa de la enfermedad es la aparición de un tumor benigno de aquellas células que en la hipófisis fabrican la hormona. Si el aumento se produce antes de que se hayan soldado los huesos largos, se produce gigantismo. Si sucede más adelante, hay un aumento de algunos huesos (los del cráneo y en particular los de la mandíbula inferior y la nariz, manos y pies), crece el perímetro torácico, el tamaño del corazón, de la lengua, del tiroides. La voz se vuelve grave. Un porcentaje de ellos desarrolla diabetes y otros tantos, insuficiencia cardiaca. El tratamiento usual consiste en la extirpación quirúrgica del tumor junto a otras medidas coadyuvantes como radioterapia.  La supervivencia de una persona con acromegalia se reduce en unos diez años en relación a la de la población de igual edad.
Algún acromegálico se ha dedicado al cine. Es el caso de Richard Kiel, un gigantón de más de dos metros, el malo de las mandíbulas de acero en varias de las películas de James Bond. O Ted Cassidy, el mayordomo Lurch, de La Familia Addams.
Maurice Tillet fue uno de ellos. No del grupo de los gigantes ya que su enfermedad empezó pasados los veinte años. Nació en Francia en 1903. Al aparecer su enfermedad y con ella las características físicas que le son propias, emigró a Estados Unidos de América donde se ganó la vida como luchador de lucha libre. Con el apodo de “El Ángel Francés” se hizo un nombre. Sus seguidores, con esa elegancia tan propia de quienes van a los espectáculos de lucha libre, preferían llamarle “El ogro del cuadrilátero”. En 1944 compitió por y ganó el Campeonato Mundial de la American Wresling Associational al vencer al irlandés Steve "Crusher" Casey.

Maurice Tillet fue una persona tranquila, culta, reservada, amiga de sus amigos. Conocía 14 idiomas y le gustaba escribir poemas. Distraía sus tardes de ocio jugando al ajedrez. Su aspecto físico no le facilitó conseguir una pareja y vivió solo hasta su muerte, que se produjo en 1954 a causa de las complicaciones de su enfermedad.


Poco antes de su muerte permitió que se le hicieran varias máscaras mortuorias. Se conserva alguna  y  sospecho que ha sido  la base desde la que se ha creado el rostro de Shrek.


En The Killing de Kubrick aparece un luchador calvo, feo, que habla con acento, jugador de ajedrez, culto. Es posible que Kubrick tuviese en mente a Tillet, que acababa de morir, al hacer intervenir a ese personaje.

He encontrado un fragmento de película de un combate en el Gran Price de Barcelona, en el año 1948, en el que Tillet se enfrenta a otro luchador. Puede que el contrincante sea Rudolph Binacchi con el que parece haber luchado el 26 de noviembre. Es el que encabeza esta entrada. 




En 1945, Irving Penn, tomó varias fotografías  de Maurice Tillet con la modelo Dorian Leigth. Nada que ver con la vida de Tillet, al que su físico apartó impidió frecuentar el sexo femenino, pero son las  imágenes que prefiero de Tillet, jugando a luchar con la modelo. Al menos aquel día, por la vía del posado, Tillet tuvo en sus manos una mujer.