miércoles, 10 de mayo de 2017

Una manifestación por los derechos de los homosexuales en 1977






En 1977, aún vigente la Ley de Peligrosidad Social que permitía encerrar a los homosexuales como moralmente pervertidos, se celebró en Barcelona la primera manifestación en favor de los derechos de los homosexuales y por la derogación de la citada ley. Una manifestación no autorizada, como tantas entonces, y que contó con una asistencia de unas 5.000 personas. La manifestación subió por las Ramblas y fue disuelta al poco de empezar por los grises. A partir de ese momento y durante varias horas menudearon los saltos de manifestantes por las zonas aledañas. En cuanto se volvían a juntar varios cientos de personas, se cortaba la calle pidiendo amnistía sexual.



Yo era uno de los participantes en aquella manifestación. Después de haber militado varios años en un partido maoísta cuyas siglas eran PTE,  del que me fui cuando la decisión del partido de organizar soviets de soldados en los cuarteles de reclutas  me convenció, sin que de ello me cupiera la menor duda,  de la deriva delirante del partido, y de un breve paso por otro partido maoista conocido como Bandera Roja en donde la actividad partidista se limitaba a discutir unos textos imposibles  aprobados en alguna conferencia local sobre la responsabilidad de la URSS en el acoso que sufría China, la patria del proletariado, me encontraba huérfano de partido y acudía a todas las manifestaciones que se convocaban en Barcelona, sin importar demasiado el lema de la convocatoria. Total, todas resultaban en un ataque al capital que era la causa última de los males que nos asolaban.



Hubo un momento en el desarrollo de la manifestación por los derechos de los homosexuales, en el que nos encontramos muchos en Plaza Cataluña. A un lado los manifestantes, unas decenas de metros más allá los grises que bajaban de varias furgonetas y se preparaban para disolvernos. Con la exaltación del momento, me adelanté unos pasos para que se me oyera bien y retando a la policía les grité: ¡¡¡¡Maricoooooonessssss!!!!!.


Durante un instante todo se paralizó y convergieron en mí todas las miradas, las de la policía insultada y las de los manifestantes. Y no eran las más hostiles las de la policía. Rompió ese momento que empezaba a hacérseme eterno, la carga de la policía golpeando con saña todo lo que pillaban por delante.



Hoy, estoy convencido de que en una manifestación parecida, si alguien le grita “maricones” a la policía, el resto corearía “maricones, maricones”, sin cortarse. Pero aquello lo organizó, si no recuerdo mal,  una entidad que se llamaba FAGC, el Front d'Alliberament Gay de Catalunya, en cuya dirección había un grupo de intelectuales de lo más granado y muy interesados en dar cuenta de que el lenguaje era un ámbito que transmitía valores machistas. Muy progres y muy socialdemócratas.


Yo los conocía un poco porque colaboraban con un grupo que formamos en la facultad para hacer educación sexual en las asociaciones de vecinos. Siempre estaban al fondo del local escuchando. Tú sacabas de una caja pongamos que un preservativo, un diafragma, unos anticonceptivos hormonales y explicabas su función, como se colocaban, esas cosas. Ellos escuchaban. Al terminar la charla y las preguntas, ya fuera del local de la asociación, empezaba su puteo: que has usado el genérico masculino, o sea que hay que decir compañeros y compañeras y no solo compañeros, que los padres son los padres y las madres, etc. Una joda que no terminaba.



Estos del FAGC movilizaron a todos los que pudieron, y no fueron pocos, que había unas 5.000 personas en la manifestación y nadie ignoraba que la policía iba a cargar. Pero salvo las locas de primera fila, el resto eran personas que seguían las consignas del FAGC. No había maricones sino homosexuales. Todo muy digno.


La foto es de aquella manifestación.

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