domingo, 7 de mayo de 2017

San Seisdedos

La cabaña de Seisdedos
 
 
 

 
Dejé de ser de izquierdas tan pronto me di cuenta de que ser de izquierdas era mantener vivo el espíritu religioso en un mundo que se iba volviendo descreido, al menos la parte del mundo donde yo vivía.

A medida de que los católicos se volvían indiferentes al cumplimiento de los ritos y relegaban su sentimiento religioso al ámbito privado y en cantidades residuales, las sedicentes laicas izquierdas persistían en dividir el año como en la época medieval, tocando las campanas de su iglesia y sacando a pasear al santo.

Un día era el día de los trabajadores y la cofradía de san Karl Marx sacaba a este en angarillas; otro el de la mujer trabajadora, Santa Fábrica Cotton; más allá el día de la tierra con la Santa Ballena y sus querubines, serafines y tronos: día del árbol, día de la selva amazónica, día contra la fiesta de los toros, día sin tabaco; san Once de Septiembre con su doble modalidad, San Salvador Allende y Santa Autonomía Catalana… Ya hubiera querido para si el arcángel Gabriel en su lucha contra el maligno unas legiones angelicales tan surtidas como las que movilizaban las izquierdas. Luego estaba el día de los derechos humanos y así un etc que llega a ser interminable. Con unas celebraciones y otras la basca se distraía.

Hace poco celebramos el día de la república española con varios santos que se disputan los favores de los devotos. Está San Francisco Ferrer, Santa Mariana –que ignoro si en España tiene advocación propia-, Santos Miguel Hernández, García Lorca y Antonio Machado. Y otros muchos, cada uno con su grupo de creyentes. Algunos le cantan a San Buenaventura Durruti, otros a San Ortega y Gasset.

El caso es que tanto fervor, tanta festividad y tan inane, tanto brindis al sol, tan alejado de los problemas que nos devoran y sobre todo tan alejado de las soluciones a cualquiera de esos problemas, me recuerda que estamos en España y que nos pierde la estética. Y yo que me siento cómodo en mi país, con mi gente, con sus cosas, con sus fiestas, también quiero celebrarlo. ¿Dónde está la capilla más cercana para ponerle una vela al santito que prefiero?, San Seisdedos, el anarquista que creyó llegado el momento de instaurar el paraíso en la tierra y al que las tropas de asalto convencieron de que aún no tocaba.
 
 
 


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