Adán y Eva no supieron que habían vivido en el Paraíso hasta
que los expulsaron del mismo. En el
Paraíso, Adán y Eva a veces discutían,
se aburrían de la conversación del otro, tan rutinaria, tan previsible, les
resultaba poco sabrosa la comida.
Habiendo llegado al convencimiento de que la felicidad consiste en un
estado de borrachera perpetua de los sentidos, les parecía monótona la existencia que llevaban y muy alejada de lo
que barruntaban que debería ser el estado ideal.
Una vez fuera del
Paraíso, por la noche, en la cueva que
encontraron, mientras temblaban de frío y de miedo por los depredadores que les
rondaban, viendo como sus hijos andaban a las pedradas entre ellos, recordaban la vida que habían llevado y que les había parecido
poco estimulante. Fueron ellos,
ahogados en la nostalgia, quienes llamaron Paraíso al jardín del que procedían.
.
Lo mismo nos sucede a nosotros que no supimos que habíamos
vivido en el mejor de los mundos posibles hasta que llegó la crisis. Esos kilos
de gambas descongeladas que nos comíamos, esos viajes en compañias low cost
para visitar lo mismo que otros tantos millones de compatriotas y hacer las
mismas fotos que ellos, esas llamadas de teléfono al trabajo los lunes que no
apetecía trabajar dando la excusa de que nos dolía la espalda sabiendo que
resultaba impune tal conducta, ese
cabreo con el gobierno de turno porque los dos mil quinientos euros por recién
nacido no daban para nada, ese criticar
que no hay derecho de que nos suban la luz un punto más que el IPC, ese lugar y ese momento eran el paraíso. El mediodía en la historia de los españoles,
el momento en que la sombra ha sido más corta. Ahora hemos sido desterrados y
ya nunca encontraremos el camino de vuelta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario