Esta mañana he ido a la Plaza de Sant Felip Neri adonde he llegado paseando con mi hija pequeña. Quería que viese las señales que dejó en la plaza el bombardeo de la aviación italiana del día 30 de enero de 1938. Durante la guerra civil, los Savoia Marchetti, bombarderos de la aviación de Mussolini, despegaban del aeropuerto de Mallorca y volaban hasta Barcelona dejando caer su carga de muerte. En conjunto, fueron muchos vuelos. Aquel día de enero, el bombardeo afectó a Ciutat Vella, cuando en la plaza jugaba un grupo de niños de Alcala de Henares, refugiados en Barcelona. Murieron más de 42 personas en la plaza, de ellos 20 niños.
Quienes
tiraron las bombas no sabían que los puntitos negros que se movían
en la plaza eran niños jugando y corriendo tras una
pelota. En el muro de la iglesia, persisten hoy los
desconchados que provocó la metralla. Quería que los viese y la
semana próxima la llevaré a Vic para que conozca el lugar donde
hace casi treinta años ETA causó una matanza en el cuartel
de la guardia civil. Los etarras que lanzaron un coche lleno de
amonal y metralla contra el patio del cuartel sí vieron que había
niños jugando. Zubieta, uno de los etarras del comando,
cuando se le juzgó por el hecho, a la pregunta de la
acusación de "si no vio a los niños jugar segundos antes
de lanzar el vehículo explosivo", respondió que “ése
es un hecho que no valoramos porque no es nuestro problema que los
guardias civiles utilicen a los niños como escudos humanos”
En el atentado de Vic murieron cinco niños y otros tantos adultos.
Pero esto será la semana próxima
Atentado de ETA contra la casa cuartel de la guardia civil en Vic. 29 de mayo de 1991.
Cansados
de la excursión hemos entrado en la iglesia de la plaza buscando la
frescura del interior. Solo tres personas en los bancos y sonaba el
órgano ¡¡¡la música con que da comienzo la película de El
abominable Dr. Phibes!!!. Me he acercado al órgano. Una persona con
el aspecto de haberse caído de pequeño en la marmita donde el brujo
de su tribu preparaba los hongos para las ceremonias religiosas
accionaba el instrumento.
Salimos
al exterior y volvemos a casa. Si me da tiempo quiero terminar de
leer esta tarde Los canibales (Mangez-le
si vous voulez)
de Jean Teule. Una novelita que me está costando mucho
terminar, porque me turba y que quisiera tirar a la basura y
olvidarme de ella. Narra un hecho real, la tortura a la que es
sometido un pequeño burgués en un pueblo francés durante la guerra
franco´-prusiana de 1870 por una muchedumbre enloquecida que lo
confunde con un espía del enemigo. Alain de Moneys fue detenido,
torturado, descoyuntado y comido por sus vecinos. Me recuerda
la historia a la película Furia de Fritz Lang, donde un
inocente está a punto de ser linchado por una masa enajenada, pero
en este caso no hay perritos, cacahuetes, Spencer Tracy ni
tomas que estéticamente anulen el horror de lo que narran.
Siendo terrible lo que cuenta Jean Teule, una masa que se abandona
por unas horas a un furor homicida que hace añicos a un ser de esa
comunidad, nunca se acercará su horror a la planificación metódica del
terror por un grupo con propósitos políticos.
Malos
tiempos le esperan a mi hija. Ojala, el horror que durante toda
su vida le mostrará el televisor no se le acerque demasiado. []
Esta foto y las dos siguientes son del grupo de niños del colegio Antonio Solis de Alcalá de Henares que sufrieron el impacto de la bomba. Fot: Branguli.